Asistir a la conferencia de las Naciones Unidas para celebrar el Día Internacional de la Niña fue una experiencia que no olvidaré. Al caminar por esos pasillos tan emblemáticos, sentí una mezcla de emoción y nerviosismo. Estaba rodeada de personas apasionadas de todo el mundo, unidas por un objetivo común: ayudar y empoderar a las niñas de todo el mundo.
La energía en la sala era palpable mientras escuchábamos a los oradores compartir sus historias. Su determinación fue inspiradora, me hizo darme cuenta de lo fuertes y resilientes que pueden ser las niñas, incluso ante desafíos abrumadores. Fue un poderoso recordatorio de que la lucha por los derechos de las niñas no es solo un tema distante, es algo muy personal para muchas.
Durante la conferencia, quedó claro que, si bien hemos logrado algunos avances, todavía queda mucho por hacer. Los debates fueron esclarecedores. Muchos oradores destacaron cuestiones críticas como la desigualdad educativa, el matrimonio infantil y la violencia de género. Fue duro escuchar sobre estas realidades, pero también alimentaron mi determinación de contribuir en todo lo que pueda. La educación, en particular, surgió como un tema clave. Aprendí que no se trata solo de lograr que las niñas ingresen a la escuela, sino de garantizar que reciban una educación de calidad en entornos seguros, donde puedan prosperar y perseguir sus sueños.
Una sesión que realmente me impactó fue la que se centró en el papel de la tecnología en el empoderamiento de las niñas. En nuestra era digital, el acceso a la tecnología puede crear oportunidades increíbles. Sin embargo, me sorprendió enterarme de la importante brecha digital que todavía existe, especialmente en los países de bajos ingresos. Me hizo pensar en lo importante que es garantizar que todas las niñas tengan acceso a estas herramientas, para que puedan defender sus derechos y los de sus comunidades.
Al finalizar la conferencia, sentí una sensación de esperanza, pero también de urgencia. Las conversaciones que mantuvimos fueron importantes, pero también fueron un llamado a la acción. Me fui sintiéndome inspirada y con ganas de hacer mi parte, ya sea como voluntaria, abogando por una causa o simplemente difundiendo información sobre los problemas que enfrentan las niñas.
En retrospectiva, esta experiencia fue más que una conferencia; fue un momento decisivo para mí. El Día Internacional de la Niña es un recordatorio de que debemos seguir impulsando el cambio. Estoy agradecida por la oportunidad de ser parte de este evento y de conectarme con tantas personas que comparten la misma pasión. Espero un futuro en el que las niñas puedan liderar y prosperar, y estoy comprometida a desempeñar mi papel en ese camino.
Autor: Njeri G, Escuela Conventual de Loreto, Kenia
Foto: Estudiantes de la MSMUN de Loreto en el IDG2024 en la ONU en Nairobi